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Verônica Loss - Michel Croz (textos leídos en P+P)

EL CABALLO NEGRO DE PIE

A mi amigo el poeta José Luis Amaral

Por Michel Croz

No llovió cuando enterramos a mi amigo.

Hubo un reposo. Un intervalo. Lo necesario para llorarlo.

Todas las horas de los demás días seguirá lloviendo.

Escribir es mi manera de llover.

Escribir es mi manera de velar a los muertos más queridos.

Se me fue mi amigo.

Mi amigo es poeta.

Mi amigo fue muchas cosas.

Fue padre, fue hijo algún día,

tiene un hijo verde señalado para ser feliz

y una mujer que es artista y compañera leal.

Lo conocí cuando Oz.

Allí conoció él a su mujer.

Conoció y fue reconocido,

allí escribió sus mejores y peores versos

(lo dijo alguna noche de algún día

entre borracheras, punks, sacerdotisas de safo

y poetas malditos).

La lluvia no para, no deja de caer,

jamás dejará de caer.

La insensatez del lobo aullando a la luna,

caen los recuerdos desde alguna nube o lugar del tiempo

la muerte es un caballo negro de pie (INSISTO).

Como en la foto: cabizbajo y con asustados zapatos oscuros.

La muerte no me quiere, no habré de llamarla

(Soy algo loco, pero no como vidrio).

Su relincho se cuela por entre mis órganos,

de mis amigos arteriales, él es el primero.

Afloran en mis ojos: la niebla y la sal marina.

Mi amigo se fue y no piensa volver.

O volverá cuando convocado,

por ejemplo cuando hablemos de los nómades de la Aldea,

de Riveramento, del Hamlet Free, del libro jamás escrito por los dos,

del último libro escrito por mí y que mi amigo diseñó.

Mi amigo está muerto y enterrado. Y esto es un hecho.

No quieran preguntar nada. Nada. No quieran saber más. Nada más.

Esa, es toda la verdad.

Nada es demasiado cuando en el bosque del pecho

los relojes relampaguean.

Leí un poema suyo en el cementerio,

en tanto los céleres obreros municipales taponeaban su habitáculo:

“Me hará pedazos contra la inmensa pared

me hará gracia me hará gana de risa

no me importará a nadie importará

contra una pared de piedra clavarán

la hermosura de la catedral.”

Es un cementerio pobre y cargado de historia, con diferencias sociales marcadas en la estatuaria fúnebre.

A mi amigo le tocó ser huésped de una abrutada caverna.

(nada de oropeles, ni halagos, la muerte es igual y no elige)

Mi amigo ya está tranquilo en su reducida catedral.

De allí no podrá escaparse ni volver.

Yo me vine solo, aunque acompañado

por su vertical recuerdo atado a mi pie izquierdo

y le rezé una plegaria atea y pagana.

La lluvia sigue persigue… la vieja sinfonía del dolor y del agua.

(Y mi amigo muerto en el horizonte entre los cerros)

El caballo negro desbocado.

El caballo.

Negro. Siempre de pie.

De pie.

Siempre de pie.


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